Prevenir es mejor que curar, especialmente en peces en acuarios de arrecife
El método más habitual de tratamiento terapéutico en peces de acuario enfermos es añadir el medicamento al agua de la instalación. En esta operación con mayor frecuencia de la deseada se olvida un aspecto de vital importancia: cuando se añade el medicamento se medica a los peces, pero también al resto de habitantes de la instalación, y estos no presentan el mismo nivel de tolerancia al medicamento que los peces. Como ya decía el médico y químico suizo Paracelso (1493-1541), la diferencia entre veneno y medicamento es exclusivamente la dosis administrada o acumulada. En el caso concreto de los acuarios de arrecife, los corales y otros tipos de invertebrados forman parte imprescindible de la instalación y, en la práctica, añadir medicamentos para tratar peces enfermos tiene una repercusión negativa, incluso mortal, sobre las poblaciones de invertebrados.
Es cierto que en algunos casos es posible administrar el medicamento en la comida, empapando por ejemplo escamas o utilizando alimentos medicados, pero sin duda son los menos. Otra alternativa teórica es capturar los peces enfermos y tratar en una urna diferente, pero quien lo haya intentado ya sabrá que resulta inviable capturar un pez en un acuario repleto de roca y corales sin tener que desmontarlo prácticamente todo. Así pues, en el caso de urnas de arrecife, prevenir no es sólo mejor que curar, en la práctica prevenir es la única alternativa factible a medicar.
En la aparición de enfermedades en peces, mejor dicho, en la prevención de estas, podemos trabajar en dos aspectos, diferentes, pero que se combinan para propiciar la aparición de peces estresados, bajos de defensas y por tanto propensos a padecer enfermedades. Estos dos aspectos son condiciones de mantenimiento en cautividad e introducción de agentes patógenos (virus, bacterías, protozoos, etc.) en la instalación. Sin duda la cuarentena, como práctica habitual, es la primera, principal y mejor medida preventiva para minimizar la introducción en el acuario de individuos enfermos y agentes patógenos procedentes del exterior. Consiste en mantener aislados los nuevos peces, previo a su introducción en el acuario general, generalmente de 10 a 20 días en una instalación aparte con agua de calidad de igual a la del tanque general. La decoración debe ser sobria, para permitir observar y localizar al pez y a la vez proporcionar refugio. También debe contar con filtración biológica y mecánica potente (sin carbón y/o resinas) y aireación intensa para compensar la disminución de oxígeno, por si hay que medicar. Es cierto que la cuarentena resulta engorrosa y supone un coste económico, pero las ventajas compensan sin duda. Sin embargo, si no se lleva a cabo en las debidas condiciones, con frecuencia el resultado es el contrario al pretendido. Una cuarentena realizada en malas condiciones suele resultar muy perjudicial, incluso mortal, para un pez debilitado por el viaje.
Autores: Ángel Garvía & José Luis Bello
(lea el artículo completo en el Número 4 de la revista Rio Negro)