Peces tetraodontiformes y acuarios de arrecife, ¿Una relación imposible?
El orden de los Tetraodontiformes engloba a los peces ballesta, lima, globo, erizo y caja. Forman un grupo de familias de peces marinos que comparten una característica común: presentan una dentadura potente capaz de depredar o infligir daños severos a los invertebrados con los que compartan instalación. Este es el motivo por el que no son peces recomendables para mantener en un acuario de arrecife, sin embargo hay quién, a pesar de que el escaso margen de maniobra, se empeña en contradecir esta norma.
En otras palabras, vamos a intentar ver por dónde puede forzar la situación el que pretenda mantener peces de estas familias en tanques de arrecife. ¿Es posible? Sí, en determinadas especies pero con muchas, pero que muchas limitaciones. Generalmente sólo con pequeños peces jóvenes por tiempo limitado y, casi siempre, con restricciones en cuanto al tipo de invertebrados que contenga la urna. Así que hay quién también podría decir que no, que no es posible, que con tantas restricciones mejor sería decir que son incompatibles, que lo suyo es una relación imposible.
¿Una relación imposible? … yo no me atrevería a afirmarlo tajantemente, pero si parece que en la mayoría de las ocasiones en que es posible establecerla no será para siempre, ni siquiera será una relación estable. En muchas especies, insisto, esto sólo es posible temporalmente con ejemplares jóvenes, los adultos suelen ser aún mucho más destructivos con los invertebrados. Otras pueden respetar relativamente los corales, pero no es posible su convivencia con otros tipos de invertebrados que para algunos forman parte de modo irrenunciable de un acuario de arrecife. Me estoy refiriendo por ejemplo a: crustáceos decápodos (gambas, camarones, etc.), gusanos poliquetos (tubícolas, plumeros, abanicos, etc.), esponjas, etc.
Con cualquier pez de estas familias se corre siempre un riesgo de perder invertebrados. Un factor muy importante que con frecuencia se obvia es que los peces son seres vivos e individuales, es decir el comportamiento concreto hacia los invertebrados puede variar de un individuo a otro, aún siendo ambos de la misma especie. Es cierto que existen patrones específicos bien definidos, pero en algunos casos el margen de variabilidad es mayor. Además, el mismo individuo puede variar de comportamiento de un día para otro, respetar los invertebrados hasta un momento concreto en que empieza a dañarlos y ya no para de hacerlo. Estos cambios no son raros en acuario. A veces sucede por casualidad, el pez prueba y da un pellizco a un invertebrado al que nunca había molestado, y desde ese día se ceba con él porque sencillamente descubre un recurso alimenticio diferente, más sabroso, más apetecible o simplemente novedoso, diferente a la comida de siempre. Un recurso al que desde ese día no estará dispuesto a renunciar.
Texto: Ángel Garvía. Fotos. Ángel Cánovas
(Lea el artículo completo en el Número 6 de la revista Rio Negro)